martes, junio 29, 2010

Aprendiendo de lo inevitable...

"A ratos siento que es una ironía todo, pero aquí estaba yo, fotografiando una banca inerte, pero en cuanto yo la ví, todo recobró vida para mí..."


Siempre termino escribiendo de él, es que he sufrido estos días por unas melancolías odiosas, ahora que recuerdo el día de ayer, me parece una mala broma del destino que siempre me traiga los recuerdos con más fuerza y con más tristeza a la vez. Y creo sin duda que ayer fue un día rojo, donde tengo miedo y no se a qué es exactamente, solo es un día rojo como citó una vez mi querida Audrey Hepburn en "Breakfast at Tiffany´s".

He viajado con mi familia a la localidad de Pica, un oasis en medio del desierto, al interior de Iquique, es un valle lindo, lleno de frutas tropicales y de aguas tibias que tienen "poderes medicinales" según dicen. Bueno, el gran tema es no circular por los lugares que había recorrido con él algún día, pero el lugar es tan pequeño y no transitar por algunas partes del pueblo es como no ver nada, es decir la calle principal es donde está situado todo el comercio. Conclusión, he terminado sentada frente a la banca donde algún día estuvimos abrazados y recuerdo hasta el momento exacto cuando él reseteó mi cámara fotográfica y se sintió un completo "gilipollas", entonces tengo una sensación horrorosa de miedo e inseguridad, escapo del lugar y todo sigue igual que antes, los puestos de fruta, donde puedes comprar sabrosas guayabas o deliciosos jugos de mango entre otras tantas cosas, el Hostal Café Suizo está tal cual la dejamos un día en la mañana, con sus sillas en la terraza y la mesita donde un día compartimos maní, papas fritas y cerveza una noche de Invierno, y de forma automática mi memoria se confabula con mi cuerpo haciendo que mis manos se sientan frías, como aquel día cuando yo con mi chaleco color verde agua las cubría mientras conversábamos amenamente antes de ir a la cama a dormir.

He vuelto a ver a la misma gente y hasta el perro que un día fotografió se encuentra allí mismo, entonces pienso en voz alta "Necesito resignificar este pueblo" no puede ser que yo viva del pasado y de las magníficas cosas que viví con él, ese momento no se volverá a repetir y quiero por lo menos venir alguna vez sin tener la necesidad de recordarle todo el tiempo. Pero las palabras se las lleva el viento tan pronto como brotan de mi boca y mis oídos son sordos, y a veces me vuelvo ciega, porque en cuanto concentro mi vista en otra cosa, en una fracción de segundo vuelve él con más fuerza y de veras ahora siento miedo de estar volviéndome loca, pues a ratos se me hace terriblemente difícil controlar todo esto. Tengo una voluntad de oro, pero simplemente esa voluntad ahora no me quiere acompañar.

Parte de resignificar todo precisa de hacer cosas diferentes, “ver con otros ojos”, por lo que cruzo a la calzada del frente y comienzo a caminar mirando de frente, voy a un lugar a tomar un jugo, que ya no es el de costumbre, ahora pido uno de mango con naranjas y siento su sabor, entre poroso, fresco, su dulzor que me impregna los labios y lengua, y tengo una sensación divina de estar haciendo lo correcto.

Para evitar más sollozos y tener que dar explicaciones sobre ellos, entonces decido dormir todo el camino de regreso, y cuando despierto estamos en la localidad de Alto Hospicio y la ironía de la vida me planta otra cachetada en el rostro, como si se riese de mi, y mi padre ha encendido el radio y qué escucho?

Es como si estuviese escuchándolo a él al teléfono, es la misma voz, el mismo acento, las mismas “z” (en vez que s) es él y en ese preciso instante siento que en realidad estoy en la típica pesadilla en la cual quieres despertar o gritar y no puedes, es que no puede ser que habiendo tantas emisoras radiales, tantos locutores en el mundo, justo mi padre sintonice un dial en que habla un español, que tiene la voz tan parecida a la de él, que tiene los mismos modismos y hasta la misma risa, ¿es una ironía?, ¿una señal? ¿Dónde está la cámara para reírme?

¿Cómo debo tomar eso?

Vuelvo a Coelho y la Quinta Montaña y sigue dándome baldes de agua fría, es tan extraño todo, y para variar rompo a llorar llegando a casa, me abrazo a mi Tito y decido salir de la rutina, resuelvo ir caminando a casa de una amiga que vive a 8 cuadras de mi casa, salimos en dirección a la playa, la cual queda lejos, pero no importa, la noche es larga y necesito hablar, antes que esto me consuma, y entre consumo y consumo, he resuelto consumir hasta llegar al filtro un cigarro, la ansiedad me está consumiendo como yo al cigarro.

Me relajo y vuelvo a ser yo.

Este es un día diferente, será mejor, he decidido juntar dinero e irme a vivir sola, necesito mi espacio, paz y volverme loca de vez en cuando, pero en el sentido figurado, es decir escuchar música, fumar todo lo que quiera, llorar sin dar explicaciones, bailar cuando hay tristeza y llorar cuando hay alegría, volver a mi vida de a poco, aprender del error y seguir amándole con la libertad, de que puedo extrañarlo todo lo que quiera, sin la necesidad de tenerlo cerca o que él lo sepa.

Finalmente eso es el amor, si lo tienes vivo en el corazón eres un afortunado en sentirlo, entonces vívelo, pero no hay que martirizarse por no tener físicamente al ser amado, esa es "la libertad de amar"

2 comentarios:

Unknown dijo...

Y lo más bello de todo, tu eres dueña de tu propia libertad :)

Saludos y bendiciones, Pilar.

sophie_alma dijo...

Gracias Sally, es verdad, un poco difícil al comienzo, pero nada imposible, lo imposible lo creamos nosotros mismos...
Ya llegará alguien mejor, tengo la fe en eso, un beso grande!