lunes, mayo 10, 2010

Grietas en la tierra y en pequeños corazones

Escucho relatos de niños que perdieron a sus padres en el atroz terremoto de Febrero pasado en el Sur, su mirada, sus gestos, sus recuerdos, sus metas, su realidad, me estremece el corazón...

Tanta valentía inunda sus corazones, con esa herida grabada desde la pequeñez de sus días. La desdicha cubre sus vidas con tan horrendo panorama, la pérdida de sus padres ...su todo.

Trabajo con niños y a veces debo obligarme a ser fuerte, pero la palabra y su significado se hace ínfimo con lo que les toca combatir a estos niños, sus miradas esperanzadas, el luto que deben sobrellevar a su corta edad, la carga emocional cual mochila cargan en su espalda.

Nuestro país perdió almas, pero ganó corazones. Corazones llenos de fe, de esperanza, de ilusión que cada paso que dan es una reconstrucción no solo física, sino de alma. El "alma" que casi se lleva esa ola, se aferró a la vida, al amor por esta tierra que a ratos nos ha dejado heridas profundas y en limbos existenciales.

La vida tiene unos caminos insospechados y mientras escribo sobre mi magnífico país, al otro lado la tierra se sigue re-moviendo, cual ser se sacude para expulsar algo extraño que habita su cuerpo, así somos frente a la tierra ahora nosotros, unos absolutos extraños, que no reconocen su tierra, los maravillosos frutos que nos provee y a cambio la explotamos, somos como sanguijuelas, que absorben todo lo que puede hasta dejar sin fuerzas a su víctima, eso hacemos diariamente sin tomar real conciencia. No existe una "cultura" de cuidado medio ambiental, políticas contra el maltrato animal, sanción a la sobre explotación forestal, minera y marítima, los grandes empresarios solo piensan en cómo llenarse los bolsillos y mientras tanto, agotan recursos no renovables, la tierra se deteriora y ellos se compran autos nuevos, los cuales aportan su cuota de smock y contaminación. Observando el panorama, por qué extrañarnos si la tierra se sacude para liberarse de sanguijuelas chupa sangre como esas, de las cuales compartimos especie.

Los niños por otra parte pagan consecuencias, llevando un trauma de carácter vitalicio, heridas que no sanan con el paso del tiempo, miedos a la vida y por su parte los burócratas llenan sus vasos de champagne, en sus casas hechas a medida y con más lujos que humanidad...

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