miércoles, abril 18, 2012

Hasta pronto luz de mi vida...


                                                                                                                              Iquique, 16 Abril, 2012

Bebecito:


Ya casi siendo las 4 de la madrugada mamá viene a preguntarme por ti, estás cansado y tu cuerpito ya no daba más con ese soplo, charlamos ni un minuto y te vemos desplomarte, te tomo en mis brazos como cuando eras mi pequeñito y vuelvo la mirada hacia ti, tu mirada está perdida y recuerdo a mi abuelo cuando iba a fallecer, entonces me doy cuenta que tu hora ha llegado, le pido a Dios que tenga misericordia contigo, porque fuiste más que un perro, fuiste como un hijo, con tu amor incondicional hacia mi, con tu alegría o travesuras me alegraste tantas tardes, días y noches, te gustaba tanto la aventura de vivir libre y los viajes que cuando salíamos era como todo mágico y nuevo, te acaricio y te siento ahogado, tengo tanta impotencia de no poder hacer nada para ayudarte y lo único que se me ocurre es darte aire con un abanico y tus ojitos ya no me responden, te lleno de besos diciendo “mi bebé tranquilo, no tengas miedo, porque cuando yo vaya tu me vas a recibir en las puertas del cielo”, tomo aire tratando de estar tranquila para que en este último instante juntos tu puedas irte en paz, pero tu agonía se vuelve cada vez más larga y no soporto verte así en ese estado, ya no puedo continuar observando como sufres y rompo en llanto como ahora, te ves tan indefenso y a la vez luchando por seguir a mi lado, te digo “descansa bebecito, yo ya estaré contigo y sé que cada momento en que yo te necesite tú estarás”, recuerdo como en la noche cuando fuimos a dormir tanto clamé a Dios por tu salud, por si tu ciclo ya se cumplía que fuera en forma tranquila y sin dolor, porque nunca fuiste malo, al contrario fuiste muchas veces la dulzura de mi vida, el caramelo para mis penas y ahora estaba aquí en mi propia cama llorando por verte así… En un momento tu corazón no da tregua, late y deja de hacerlo como burla de la vida, yo sigo besándote hasta tu último latido y de pronto siento que tu corazoncito se ha apagado, entonces no se de dónde saco tantas lágrimas, porque me siento destruida en lo más profundo de mi vida, siento que ya no tengo nada, mi bebecito se ha ido al encuentro con Dios y tengo terror que el se sienta solo bajo la tierra, entonces mamá me dice que debemos dejarlo partir y que ya sabe de un lugar donde se sentirá feliz junto a otros, y yo lo único que quiero es que no se sienta solito, porque nunca lo estuvo, siempre estuvo rodeado de la familia que tanto amaba.

Busco tus toallas y esa de pirata que no te gustaba cuando te bañaba  porque tenía el cuerpo de un pirata con pata de palo y una capucha con la cara del mismo, veo tus ropitas y me siento otra vez tan triste, te envolvemos y te beso con la ternura máxima que siempre he tenido hacia ti, como cuando te recibí de un mes, pequeño y temeroso, y ahora digo ¿quién me recibirá con el amor que tú lo hacías?, ¿quién me esperará todas las noches para ir a dormir?, ¿quién me hará reír con sus locuras?, ¿quién me delatará cuando salgo y regreso al alba?, ¿con quién dormiré abrazada en los fríos inviernos?, ¿a quién le compraré cositas lindas para alegrarlo de regreso a casa?

Mi bebecito sin duda me harás mucha falta, ya no estarás allí para consolarme como tantas veces lo hiciste en mis tristezas, no me mirarás con tus redondos ojos llenos de amor y dulzura, entonces me prometo que nunca te voy a olvidar mi bebé, ahora comprendo que tenía que ser así, los ciclos de la vida existen, pero nunca acepté que tuviese que ser así, porque crecimos juntos, te vi enfermarte y también me trasnoché cuando estabas enfermito, cuando te dolía algo partíamos donde el monstruo que te ponía inyecciones y te hacía doler la colita, hacías el teatro de siempre y yo más te mimaba, como ayer lo hice en un instante cuando tratabas de despedirte y yo no me daba cuenta, porque tenía la fe de que estarías bien en la semana y que todo sería parte del proceso de tu sanación.

Adiós mi bebecito, mi Copito de Nieve, siempre te amaré y aunque no estés conmigo físicamente créeme que lo estarás en mi corazón, tan vivo como siempre, tan hermoso y bellamente tierno como siempre lo fuiste conmigo, Adiós mi lindo cachorrito, mi chanchito cochino, mi pelucón, mi asesino como te decía papá, mi boina negra y todos los apelativos que en tu vida fuiste creando. Te amo hasta el infinito y solo me queda la esperanza de verte nuevamente cuando deba partir y vengas a recogerme en tu naricita fría o seca que tanto amaba besar. Te amo mi pequeñito y no sabes la pérdida que eres para mi y mi vida entera, porque te llevaste 12 años de mi vida, que contigo fueron los más lindos y llevaderos.
 Perdona todos mis enojos, siempre quise que fueras el mejor de todos y por eso todos te recordarán, porque para mi siempre serás el campeón de todos, el mejor en la tarea de hacer feliz a la gente y hacer esbozar una sonrisa en los momentos duros. Siempre tuve la secreta esperanza de que conocieras a tus hermanos humanos, pero ahora me quedo tranquila porque se que estarás ahí cuando nazcan o quizás te reencarnes en uno de ellos. Gracias por todo lo que fuiste y lo que no, porque todo fue hecho en absoluta perfección por ti para los que amaste en vida.

Tu mamita y tu familia que te amó, te ama y te amará siempre…

Pilar

No hay comentarios.: