domingo, agosto 07, 2011

Conversando con mi tía en la habitación de mi primo Ignacio, conversamos de mi niñez, de la suya, de nuestros parientes, de nuestros sueños y carencias. Entre tanto tema hemos recordado a mi tío y a mi abuelo Juan, los cuales ya no se encuentra con nosotros, hablamos de la bondad de sus corazones y se me escapa una lágrima al recordar como muere mi abuelo casi entre mis brazos, queriéndome aferrar a él como si de eso se tratara mi vida, recuerdo el momento cuando tuve que comunicarle a mi tía lo que había ocurrido estando ella muy lejos de nuestra ciudad como para correr a su encuentro    ...ese día creo que fue el segundo más doloroso de mi vida, porque tenía la fe que se recuperaría, pero no fue así; algo parecido le pasó a mi tío Florencio, siendo muy joven un ataque al corazón lo dejó en una camilla hasta que una enfermera se dió cuenta que dió su último suspiro y dijo papá, mi tía me lo acaba de comentar y mi corazón se ha estrechado, y nuevamente he recordado esa herida, pues fue la tercera más dura y la que más me marcó, porque fue doble, me alcancé a despedir unos días antes de irme de viaje al otro lado del mundo y cuando tuve la noticia mis días no habían sido de los mejores, más bien pasaba por un duelo que terminó por botarme a la cama y dejándome llorar todo lo que quisiera, porque así también tapaba el momento doloroso que atravesaba   ...el duelo de mi corazón.
Así han pasado los días y años y aun sigo recordando todo tan nítidamente, es como si él nunca se haya ido, al contrario, lo siento presente cada día, sintiendo que vive una vida feliz con su familia sin preocuparse por el resto...

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